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Poesía africana. "Noche en Siné" de Léopold Sédar Senghor



Léopold Sédar Senghor fue uno de los grandes intelectuales africanos cuya obra se encuentra en la base del pensamiento decolonial y antirracista. Nacido en 1906 en Senegal y graduado en la Universidad de París, fue el primer profesor negro de lengua francesa en Francia. Reclutado por el ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, pasó dos años en los campos de concentración nazis. Poeta y ensayista, se reunió con otros intelectuales de la diáspora africana -Aimé Césaire, León-Gontran Damas- para conformar el movimiento de "la negritud", que buscaba reivindicar la identidad negra frente al sistema colonial y a la dominación cultural blanca. Senghor llegó a ser presidente de su país cuando éste se independizó, en 1960.

        La obra poética de Senghor se arraiga hondamente en los paisajes y en las tradiciones de Senegal. El poema que traduzco aquí pertenece a Cantos de sombra, su primer libro, publicado en 1945, y quizá escrito en parte en los campos de concentración; allí late el amor profundo por la tierra africana, lejana en ese momento, y el canto se nos muestra como la realización más plena de una tradición oral milenaria, en cuya transmisión las mujeres juegan un papel fundamental.  "Siné" es el nombre de uno de los reinos sereres de Senegal, anteriores a la colonización, mientras que "Elissa" es una aldea de la Alta Guinea, de donde salieron, a causa de rivalidades con otras tribus, los guerreros mandingues a quienes Senghor considera sus ancestros, y que después de asentarían en tierras sereres. El "dang" es un platillo africano preparado con cuscús.



Noche en Siné*

Mujer, posa sobre mi frente tus manos balsámicas, 
tus manos, más suaves que el pelaje.
Allá en lo alto, las palmas se mecen y murmuran apenas en la brisa nocturna.
Ni siquiera se oye la canción de cuna.
Que nos arrulle el rítmico silencio.
Escuchemos su canto, escuchemos latir nuestra sangre oscura, 
escuchemos el pulso profundo del África 
entre la bruma de las aldeas perdidas.

Entonces la luna, cansada, se acuesta en la lisa cama del mar.
Entonces las carcajadas duermen, los cuentacuentos
cabecean como un niño en la espalda de su madre,
los pies de los danzantes se vuelven pesados
y pesan las lenguas de los cantores.
Es la hora de las estrellas, de la noche que sueña
y se asoma a aquella colina de nubes, enrollada en su larga túnica láctea.
Los techos de las chozas brillan tiernamente. 
¿Qué dicen, así de íntimos,
a las estrellas?
Abajo, el fuego del hogar se extiende en medio de olores agrios y dulces.

Mujer, prende la lámpara de aceite y que alrededor de ella se reúnan
los ancestros y los padres, mientras los niños duermen.
Escuchemos la voz de los ancianos de Elissa, exiliados, como nosotros:
no han querido morir, que se pierda en la arena su torrente seminal.
Que los escuche, junto al fuego que visitan los reflejos de almas propicias,
mientras mi cabeza se apoya en tu regazo, tibio como un dang humeante.
Que respire el olor de nuestros Muertos, 
que recoja y repita su voz viva, 
que yo aprenda a vivir antes de descender, 
más allá de la hondura, 
hasta las altas profundidades del sueño.


*La traducción fue publicada originalmente en Pirocromo. Revista Estudiantil. No. 2 (2010), pp. 24-25.




Comentarios

  1. Sin duda la buena traducción de la poesía es volver a hacer poesía. No conozco el poema en francés, pero éste es muy bello, una ensoñación.

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