No he visto nunca esas playas
donde los pescadores solían
echar las redes
para atrapar peces de plata.
Las olas ahora vienen
para cubrir a los muertos.
Ni dátiles, ni aceitunas
ni hermosos tejidos
para los que se quedan.
Entres estas playas y el río
sólo llanto.
Dentro de pocas noches
un ángel bajará para pasear a los hombres
por el cielo estrellado.
Fracturará sus pechos
y lavará sus corazones,
sin que ellos sufran.
Mientras tanto las mujeres
abrirán sus ojos con ternura
para abrazar a los gatos
en medio de las tiendas.
Los niños se levantarán
de entre los escombros
y alimentarán a los burros blancos
que jalan carretas
repletas de trigo;
las palomas volarán al centro del mundo.
No he visto nunca esas playas
pero puedo oler su brisa fresca de invierno
anunciando
como el almuédano
el final del sueño
y el inicio de la vida.
Hermoso, gran poema.
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